LA ESPIRITUALIDAD DE DANIEL

TeMa-Reflexiones
Teodoro Marin

LA ESPIRITUALIDAD DE DANIEL

La espiritualidad es indicador de la propia cercanía a Dios y la medida de la propia utilidad para con los semejantes. El estado espiritual es la medida en que se aproxima una persona a la Deidad. Es la forma como se encuentra significado, esperanza y paz interior en la vida. Forma que debe buscarse en la fuente de las Sagradas Escrituras y la comunión con el verdadero Dios y no en fuentes contrarias a éstas.

La espiritualidad no se manifiesta por realizar prácticas “religiosas” o “espirituales” sino por el dejarse conducir por el Espíritu Santo. Es aquello que se efectúa en el creyente por la gracia del Espíritu Santo. Está relacionada con el asemejarse cada vez más a Cristo, mediante una estrecha relación con él, aceptando su señorío en la vida. Tiene que ver con la asimilación de principios de las Sagradas Escrituras que rigen el comportamiento y el quehacer humano en relación con Dios y con el prójimo.

El hombre espiritual es la persona que tiene comunión e intimidad con el Espíritu Santo, por lo tanto anda en el Espíritu, es guiado por el Espíritu y vive por el Espíritu (Gálatas 5:16,18, 25).

Dios se ha manifestado de distintas maneras para estar relacionado y en comunión con su pueblo, manteniendo su amor y misericordia, llevando al hombre a una verdadera espiritualidad, la cual solo él puede dar.

La espiritualidad de Daniel se expresa en los siguientes postulados:

1.    DANIEL: UN HOMBRE DEL PUEBLO DE DIOS

El nombre Daniel, significa “Dios es mi Juez”. Muy estimado entre los judíos de todos los tiempos, fue citado por Jesús cuando hablo de las señales antes del fin (Mateo 24:15), descendiente de la familia real, de los príncipes (Daniel 1:3). Era judío por nacimiento físico.

Es necesario pertenecer al pueblo de Dios. En el nuevo pacto el pueblo de Dios es la iglesia de Cristo; se llega a ser miembro de ella por nacimiento espiritual, por haber creído en Cristo y haberlo recibido como Señor y Salvador (Juan 1:12). Fuimos formados para pertenecer a la familia de Dios. Pertenecer no solo a la iglesia universal, sino también a la iglesia local, aplicar lo que dice el escritor de la carta a los hebreos: “no dejando de congregarse”, “obedecer a vuestros pastores y sujetaos a ellos…” (Hebreos 10: 25, 13:17). Además, asistir y participar en las actividades congregacionales, llevar las ofrendas y los diezmos al alfolí, sobrellevar las cargas los unos a los otros (Hechos 2:44-47)

2.    COMPROMISO CON DIOS 

Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la comida y el vino del rey (1:8). Decidió no comer ni beber lo mismo que el rey, porque para él eso era pecado. Esta decisión seguramente se debe a que la comida que se servía en la mesa del rey podía estar preparada con la carne de animales impuros (Deuteronomio 14:3-21), o que no habían sido desangrados de acuerdo con las prescripciones rituales (Deuteronomio 12:23-24). Además, los jóvenes no querían exponerse al peligro de comer alimentos o de beber vino que quizás antes habían sido ofrecidos a los ídolos (Deuteronomio 32:38; 1 Corintios 10:21).

Esta decisión indica que Daniel estaba comprometido en ser fiel a Dios y cumplir sus mandamientos, mantener limpio su cuerpo, su alma y su espíritu. El sabia que la obediencia a Dios es lo que trae la bendición en todas las áreas de la vida.

También, Daniel y sus amigos decidieron no postrarse y adorar a otro dios y a la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado, por tal motivo, fueron acusados y acordaron lanzarlos al horno de fuego. Siendo confrontados, ellos responden al rey: “Nuestro Dios a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librara. Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (3:17-18)

La adoración es única y exclusivamente para el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Daniel estaba comprometido únicamente con el Dios de Israel, ni aun con amenaza de muerte renuncio a ser fiel a Dios y servirle únicamente a Él.

Frente al edicto del rey ordenando que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera del rey, sea echado al foso de los leones; cuando Daniel es acusado y echado al foso el rey le pregunta: “Daniel siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tu continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?; Daniel respondió: “Mi Dios envió su ángel, el cual cerro la boca de los leones para que no me hicieran daño…” (6:7, 20-22)

Como resultado de la fidelidad y el compromiso de Daniel con Dios, el rey hace un decreto que en todo su dominio, “todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel” (6:26).

Daniel no tenía una fe nominal, tenía una fe práctica, vivencial. Mantenía una relación profunda con Dios, buscaba con mucha frecuencia la presencia de Dios, en tiempos de bien y en tiempos de dificultad. Ese compromiso con Dios garantizaba la victoria en toda situación difícil de la vida (9:3)

Cristo debe ser el Señor de la totalidad de la vida, si es así habrá una espiritualidad transformadora conforme al carácter de Cristo. La espiritualidad verdadera demanda entrega completa, compromiso pleno con el Rey, negarse a sí mismo y seguirle, estar dispuesto  si es necesario a entregar la vida por causa del Reino.

3.    UN HOMBRE CON ESPÍRITU SUPERIOR

Daniel tenia las características que el rey exigió de los muchachos a su servicio: “Príncipe – del linaje real, sin tacha alguna, de buen parecer, instruido en toda sabiduría, sabio en ciencia, de buen entendimiento, idóneo para estar en el palacio del rey y apto para aprender la lengua de los caldeos” (1:3,4).

Pasados diez días de alimentarse con legumbres y agua, “a estos cuatro muchachos, Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños. El rey hablo con ellos y no se hallaron entre ellos otros como Daniel y sus amigos… En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey los consulto, los hallo diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino” (1:17-20)

Entre los sátrapas y gobernadores en el reinado de Darío; Daniel era superior, porque “había en él un espíritu superior” (6:3).

El término “espíritu superior”, tiene dos connotaciones: 1) El espíritu es la parte inmaterial del ser que nos comunica con el mundo no físico y 2) El vigor natural y virtud que alienta y fortifica el cuerpo para obrar…el ánimo, valor, aliento, brío y esfuerzo. En el caso de Daniel lo “superior” (excepcional, sobresaliente, especial, único) era ese vigor y ánimo con el que este hombre enfrentó los desafíos de la vida.

Tener un espíritu superior se refiere a que seamos gente que sabe resolver problemas, situaciones difíciles, con una visión aguda y capaz de ver más allá de las circunstancias visibles. Se refiere a ser excelente, no ser mediocre, hacer las cosas bien – con calidad, ser un empleado o jefe sobresaliente, realizar las funciones a cabalidad, ser honesto en el manejo del tiempo y los recursos de la institución. Tener una mentalidad optimista y una actitud positiva, ser emprendedor, siempre ir de menos a más, de poco a mucho, logrando cosas nuevas y grandes.


4.    DISCIPLINAS ESPIRITUALES

Daniel buscaba el rostro de Dios, buscaba su presencia a través de algunas disciplinas como las siguientes:

·         La Oración y ruego

“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entro en su casa; abiertas las ventanas de su habitación que daban a Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, oraba y daba gracias delante de su Dios como solía hacerlo antes” (6:10).

Daniel tenía como disciplina orar tres veces al día; cuando debía tomar decisiones serias o enfrentar situaciones difíciles lo hacía con mayor intensidad (6:10).

Cuando Daniel se entera de las desolaciones que vendrán sobre su pueblo y su ciudad, dice: “Volví mi rostro a Dios, el Señor, buscándolo en oración y ruego, en ayuno, ropas ásperas y ceniza” (9:3).

Ante la amenaza de robo, muerte y destrucción de la vida personal, familiar, la iglesia y la sociedad, no queda otra alternativa que buscar a Dios en oración y ruego.

·         El Ayuno

El ayuno es una disciplina que acompaña a la oración (9:3). El ayuno es dejar consumir aquello que alimenta la vida (el cuerpo, el alma y el espíritu). El ayuno puede ser parcial o total, de unos alimentos o de todos. Igualmente puede ser de corto, mediano o largo.

Daniel le pide a Melsar el que repartía el alimento: “Te ruego que hagas la prueba con tus siervos durante diez días, que nos den legumbres para comer y agua para beber” (1:12). Este es un ayuno parcial, de mediana duración. El resultado de este ayuno es que al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos (1:15); Dios los bendijo con conocimiento e inteligencia, a Daniel le dio entendimiento en toda visión y sueños (1:17).

Daniel tuvo un sueño en el que le fue revelado un conflicto grande que vendría para su pueblo. Para entender esta revelación dice: “Estuve afligido por espacio de tres semanas (21 días). No comí manjar delicado, ni entro en mi boca carne ni vino, ni me ungí con perfume, hasta que se cumplieron las tres semanas” (10:1-3). Este es un ayuno específico y prolongado. Como resultado de este ayuno Dios envió su ángel para darle la explicación de la revelación (10:4-21).

Como se puede ver en estos ejemplos, el ayuno puede ser dejando de comer algunos alimentos que le causan daño al cuerpo o dejando de comer todo alimento físico para buscar el alimento espiritual. Teniendo en cuenta que los expertos dicen que por un periodo de 21 días que se deje de practicar algún vicio este desaparece, entonces, es posible ayunar de algún habito dañino que afecta el alma y el espíritu, por ejemplo, dejar de consumir alcohol, alucinógenos, fumar cigarrillo, ver pornografía u otro durante 21 días, además durante este tiempo orar y estudiar las Sagradas Escrituras encontrando principios para romper ataduras de los asuntos objeto del ayuno, ¡Dios dará la victoria!.

En tiempos de ayuno Dios se manifiesta, el habla explicando los asuntos difíciles de entender y guía a los caminos que se deben seguir y las acciones que se deben tomar.

·         La Confesión de pecados

Daniel dijo: Ore a Jehová, mi Dios, e hice confesión diciendo:…hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos actuado impíamente, hemos sido rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas…(9:4-6).

La confesión de pecados es un asunto importante como expresión de espiritualidad, porque así se establece la comunión con Dios que es Santo, Santo, Santo. “Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:6,8, 9).

Se deben confesar los pecados propios, los de la familia, de la iglesia y de la sociedad,  en lo posible, haciendo un listado detallado de cada uno.

·         La Lectura de las Sagradas Escrituras

Daniel dijo: “…En el primer año del reinado de Darío de Asuero, yo Daniel, mire atentamente en los libros el numero de los años de que hablo Jehová al profeta Jeremías…” (9:1,2).

Esto indica que Daniel era un lector de las Sagradas Escrituras, el sabia que esta era la Palabra de Dios, que en ella estaba la instrucción de la verdad de Dios para su pueblo.

La espiritualidad ha de estar fundamentada en las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Ellas son el manual doctrinal, ellas son la fuente del conocimiento, el texto donde se encuentran los principios que han de regir la vida espiritual de todo ser humano.

Nunca se apartara de tu boca el libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en el, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en el, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien (Josué 1:8).

·         El servicio en el Reino

El rey Darío dice: “Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tu continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?” (6:19, 20)

Daniel es identificado como siervo del Dios viviente, no por los títulos, ni la posición que tenia, era un sencillo siervo de Dios. Además afirma que su servicio era continuo, todo el tiempo, todos los días. Este servicio a Dios es lo que lo impulsaba a ser un servidor del pueblo de Dios.

Las siguientes frases tienen mucho de verdad: ¡El que no vive para servir, no sirve para vivir!. ¡El que no sirve, no sirve!. La espiritualidad también se expresa en el servicio a Dios y al Prójimo.

·         La revelación de Dios

Daniel, recibió la revelación y la interpretación del sueño de Nabucodonosor a través de una visión (2:19).

También el Ángel Gabriel le explica la visión de las setenta semanas que están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad (9:20-27)

Estas experiencias indican que la vida debe ser guiada por el Espíritu Santo. Él es quien nos hace espirituales, porque él es quien lleva a la comunión con Dios y a la semejanza con Cristo. Él es quien revela lo escondido, da a conocer lo oculto. Él es quien enseña, recuerda la Palabra, guía a la verdad y guarda del error.

Conclusión

La espiritualidad de Daniel es un modelo viviente para todo creyente, especialmente para los líderes de la iglesia.




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