LA
COMUNICACIÓN Y LA MISION DE LA IGLESIA
Teodoro Marín B.
No está por
demás recordar lo que es la misión de la Iglesia establecida por el Señor
Jesucristo, ratificada por su autoridad y su ejemplo. El núcleo de su mensaje
fue la proclamación del Reino de Dios y que éste ya se había acercado (Marcos
1:15). Ese reino traía consigo una gran novedad: el año agradable del Señor (Lucas
4:15-21), disponible para todos aquellos que le reconocieran como el Salvador e
hicieran su voluntad. Una nueva manera de ejercer la justicia de Dios estaba a
favor de los niños, las mujeres, los pobres, los necesitados, los marginados,
los olvidados, los cautivos, los oprimidos, los sufrientes.
La misión de
la Iglesia proviene de su condición de cuerpo de Cristo y de la Comisión
recibida de proclamar las Buenas Noticias del Reino a toda criatura en todo
lugar (Mateo 28:19-20). Cristo comisionó esta tarea a sus discípulos de todos
los tiempos y de todo lugar: “Así como me envió el Padre, así también yo os
envío” (Juan 20:21). El ministerio de Jesucristo es el paradigma de la
Iglesia, es el modelo por excelencia. Él, en su amor por la humanidad, se valió
de muchas maneras para revelar el amor de Dios al mundo: perdonando, sanando,
echando fuera demonios, enseñando, proclamando, denunciando, testificando ante
los tribunales y finalmente entregó su vida. La Iglesia tiene esa misión según
el modelo de Jesús, debe responder a situaciones y circunstancias cambiantes[1].
Dentro de la misión de la iglesia considero que es válido tener en cuenta el concepto del ministerio de la iglesia. El Ministerio del creyente puede ser resumido de la siguiente manera: Servir a Dios en adoración y alabanza y a los hombres cumpliendo el Gran Mandamiento (Mateo 22:36-40) y la Gran Comisión (Mateo 28:18-20).
El Gran Mandamiento es: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente." Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". La Gran Comisión dice: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Entonces, el gran mandamiento es amar a Dios y al prójimo y la gran comisión, hacer discípulos a todas las naciones.
El Ministerio Cristiano es un servicio a través del Amor. Un sirviente cristiano ministra a Dios y al hombre a través de sus actos de amor. También es compartir las Buenas Nuevas; la más grande bendición del Ministerio Cristiano es el compartir el amor de Jesucristo con otros, lo que se llama la evangelización, y enseñarles acerca del amor verdadero - el amor de Dios - demostrado en su totalidad en la muerte desinteresada de Cristo en la cruz a nuestro favor (1Juan 4:9-10)[2].
Dentro de la misión de la iglesia considero que es válido tener en cuenta el concepto del ministerio de la iglesia. El Ministerio del creyente puede ser resumido de la siguiente manera: Servir a Dios en adoración y alabanza y a los hombres cumpliendo el Gran Mandamiento (Mateo 22:36-40) y la Gran Comisión (Mateo 28:18-20).
El Gran Mandamiento es: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente." Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". La Gran Comisión dice: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Entonces, el gran mandamiento es amar a Dios y al prójimo y la gran comisión, hacer discípulos a todas las naciones.
El Ministerio Cristiano es un servicio a través del Amor. Un sirviente cristiano ministra a Dios y al hombre a través de sus actos de amor. También es compartir las Buenas Nuevas; la más grande bendición del Ministerio Cristiano es el compartir el amor de Jesucristo con otros, lo que se llama la evangelización, y enseñarles acerca del amor verdadero - el amor de Dios - demostrado en su totalidad en la muerte desinteresada de Cristo en la cruz a nuestro favor (1Juan 4:9-10)[2].
La iglesia
cuenta con unos elementos comunicacionales internos que la potencian para
cumplir adecuadamente con la misión encomendada:
Cuando le
fue entregada la gran comisión, Cristo le prometió: “Yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Contar con la presencia
del Señor es la garantía del éxito en el camino, como lo dijo Moisés: “Si tu
presencia no ha de acompañarnos, nos saques de aquí” a lo cual el Señor le
dice: “Mi presencia te acompañará y te daré descanso” (Éxodo 33:14,15).
Para ser
testigos de Jesucristo en la propia ciudad, la provincia o departamento, el
país entero y todas las naciones; se cuenta con el poder que da el Espíritu
Santo (Hechos 1:8).
La iglesia cuenta
con todos los dones del Espíritu Santo, capacidades sobrenaturales necesarias
para cumplir su misión (1 Corintios 12:1-11). Esto permite el ministerio de
todos los creyentes.
Cristo
equipo la iglesia con ministerios para cumplir su misión: Apóstoles, profetas,
evangelistas, pastores y maestros (Efesios 4:11).
La iglesia
como cuerpo de Cristo, cuenta con muchos miembros que van creciendo mutuamente
y que cumplen múltiples funciones cada uno en su lugar (1 Corintios 12:12-27).
En estos tiempos hay miembros de todas las clases sociales (baja, media, alta),
profesionales y personas de negocio con muchas capacidades, que ponen al
servicio de la misión mucho de lo que tienen.
La iglesia
en términos generales cuenta con bienes que pueden ser puestos al servicio de
la misión: Templos, colegios, universidades, clínicas, orfanatos, emisoras,
canales de televisión y otros.
A pesar de
todo este potencial, la iglesia también refleja unas debilidades
comunicacionales internas, a mi manera de ver, que afectan la eficacia en el
cumplimiento de su misión:
La iglesia
incluye en su práctica de la fe, ideologías de movimientos religiosos que en
muchos casos la desnaturalizan de su razón de ser, por ejemplo la “teología de
liberación” que induce a la violencia contra los ricos por defender a los
pobres, con el argumento que el fin justifica los medios; otro ejemplo, la
“teología de la prosperidad” que orienta el mensaje solo a vivir bien, en
abundancia económica, dejando de lado la evangelización con el mensaje del
Reino – de cambio, de obediencia y de entrega.
La iglesia
en muchos casos se encierra en sí misma, la mayoría de sus programas son de
mantenimiento, de koinonía, fortalecimiento de las relaciones fraternales,
descuidando la misiología, el tener programas para alcanzar a los perdidos para
hacerlos discípulos de Cristo.
En la
mayoría de las iglesias el presupuesto en un 80, 90 por ciento se va en gastos
administrativos, poca inversión en los programas de evangelización.
Si se
obtienen emisoras o canales de televisión en su gran mayoría los programas van
dirigidos a los mismos creyentes con lenguaje netamente evangélico, que poco o
nada le aporta a los perdidos para encontrarse con Jesús.
En los
últimos años las iglesias han crecido en número, pero poco en influencia
transformadora de la sociedad.
Todo el
potencial que la iglesia tiene, superando sus debilidades se han de encausar al
anuncio de las buenas noticias del amor de Dios, para hacer cada día más y
mejores discípulos de Jesús, “a fin de
perfeccionar a los creyentes para la obra del servicio, para la edificación del
cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:12,13).
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