INISTERIO YESHIVÁ
Aprendiendo a los pies del
maestro
LA PALABRA DE DIOS HOY
TEMA 1
DIOS HA HABLADO
“Dios, habiendo hablado muchas
veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en
estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de
todo y por quien asimismo hizo el universo” Hebreos 1:1,2
Los
judíos dividían el tiempo en dos eras: La presente y la futura; entre las dos
ubicaban el día del Señor. El tiempo quedó dividido en dos: Antes de Cristo y
después de Cristo.
Para
entender las manifestaciones y el hablar de Dios, podemos hacer el siguiente
cuadro del tiempo:
ANTES DE CRISTO -
CRISTO - DESPUÉS DE CRISTO
Los
profetas 33
Años El Espíritu Santo
todos los días
Ocasionalmente Apostólica / Imperio / Actual
400 años Decreto / Reforma
De Silencio Constantino/protestante
En
el tiempo antes de Cristo, Dios hablaba en forma directa y a través de los
profetas ocasionalmente, luego hubo 400 años de silencio cuando Dios no habló
de ninguna manera. Cristo siendo la imagen del Dios invisible vivió 33 años,
los últimos tres años de su vida predicó el evangelio, siendo el tiempo cuando
Dios personalmente se hizo presente y habló a los hombres. Después de Cristo
Dios ha hablado por su Espíritu; este tiempo se divide en tres épocas: la
apostólica de la iglesia en el principio, la del imperio romano a partir de la
firma del decreto del emperador Constantino y la actual a partir de la reforma
de Martín Lutero y otros.
1.1. DIOS HABLO EN
OTRO TIEMPO
El plan eterno de Dios era
mantener comunicación directa personal con todos los seres humanos, como lo
hizo con Adán y Eva antes de la caída. El los creó, los bendijo y les dio las
instrucciones para administrar la creación; él venía al huerto a encontrarse
con ellos y les hablaba, aun en el momento de la caída vino y los visito, los
llamó, dialogó con ellos y atendió sus necesidades, dio su juicio y promesa de
restauración (Génesis 2:18 – 3:23).
A causa del pecado se crea una
distancia entre todos los hombres y Dios; entonces, Dios establece comunicación
con unas personas en particular a quienes les da a conocer (les revela) lo que
él quiere hacer en la tierra para que sean sus mensajeros al resto de las
gentes. Así lo hace con Noé: “Dijo, pues
Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser… yo los destruiré con la tierra.
Hazte un arca… yo enviaré un diluvio sobre la tierra. Pero estableceré pacto
contigo y tu familia…” (Génesis 6:1-22), Noé sin entender, sin nunca haber
visto llover, aceptó la revelación de los diseños de Dios. Luego llama a
Abraham y le dice: “…Haré de ti una
nación grande, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás bendición…Toda la
tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre…” (Génesis 12:1-3; 13:15). A Abraham Dios le da
el calificativo de profeta. (Génesis 20:7). De la descendencia de Abraham forma
un pueblo especial para él, donde él sería el Rey, ellos seguirían su plan de
gobierno, él les daría las instrucciones según su diseño.
La línea de comunicación de
Dios sigue por Isaac, Jacob y José. Dios estaba con ellos y les hablaba de
distintas maneras (con voz audible, sueños y a través de ángeles) guiando sus
vidas. (Génesis 26:23; 28:12-15; 37:1-10).
Noé, Abraham, Isaac, Jacob y
José cumplían la función profética
de recibir el mensaje de Dios, obedecerlo y trasmitirlo al pueblo, aunque no
eran profetas de oficio, sino que bajo la guía del Espíritu profético recibían
y daban revelación de Dios. (Salmos 105: 8-15)
El pueblo de Israel, nace en
esclavitud y opresión en Egipto, entonces Dios llama y nombra a un hombre, para
que sea su mensajero y guiador de su pueblo hacia la libertad. Moisés es el
hombre a quien Dios le habla y le da un mensaje para el pueblo, es el hombre de
Dios, su vocero, su mensajero y atalaya, quien expresa o dice lo que Dios
quiere con su pueblo. Dios le revela a Moisés cuando él quería destruir al
pueblo y formar otro, Moisés se levanta como intercesor profético y declara lo
que Dios ha dicho y él le escucha. (Éxodo 32:7-14). Dios mismo indica que
Moisés fue un profeta para el pueblo y promete que levantará otro como él: “Un profeta como tu les levantaré en medio
de sus hermanos”. (Deuteronomio 18:18)
Después de la muerte de Moisés
Dios llama a Josué y le da instrucciones, quien con esa palabra convoca al
pueblo hacia la conquista (Josué 1:1-18). Todas las acciones de Josué fueron
realizadas porque Dios le hablo con instrucciones precisas según los planes de
conquista diseñados por Dios mismo. (Josué 4:1, 15; 6:2; 8:1) El énfasis es: “Jehová dijo a Josué”. La regla es hacer
lo que Dios decía que se había de hacer.
Una vez muerto Josué Dios
establece el diseño de dirección a través de los jueces, a ellos igualmente
Dios les hablaba, les daba las instrucciones de conquista. (Jueces 7:2, 4, 7,9;
13:24-25).
En todos los casos anteriores
la revelación de los planes de Dios fue lo que garantizó el éxito en su
accionar.
Cuando Israel rompe el diseño
de Dios de la teocracia y se da una degeneración de la religión yahwista,
Israel se separa de Dios y adquiere autonomía política, se dan tremendos
desequilibrios sociales y el crecimiento de los imperios mesopotámicos atacando
a Israel y Judá; Dios, entonces, fortalece y establece el ministerio profético
para hablar y guiar al pueblo. Las demás naciones que seguían otros dioses
igual tenían profetas que les hablaban en nombre de sus dioses (palabra de
engaño por la adivinación), el Dios de Israel establece sus mensajeros para que
les den su palabra de verdad.[1]
La primera mención de un profeta de oficio en Israel es
Samuel, a quien se le llama Vidente (1 Samuel 9:9). El profeta Samuel es quien
le da forma al ministerio profético con las escuelas de profetas[2]
y las compañías de profetas[3].
Con esto se entiende que los profetas llamados y establecidos por Dios
necesitan formación, entrenamiento y dirección para ejercer eficazmente su
ministerio. (1 Samuel 19:18-21, 1 Reyes 20:35, 2 Reyes 4:38-44; 2:7; 1 Samuel
10: 5, 10; 19: 20; 2 Reyes 2:7)[4]
Antes de la predicación del profeta Elías y Eliseo, otros
profetas recordados por las tradiciones habrían ejercido un ministerio de
proclamación de la voluntad de Jehová. Natán proclamó como palabra divina la
posteridad davídica en el trono de Jerusalén (2 Samuel 7:4ss). El profeta Gad,
vidente de David, propuso al rey la elección de una entre tres desgracias como
castigo divino por haber hecho el censo de Israel (2 Samuel 24:11ss). Ajías de
Silo anunció a Jeroboam como voluntad divina la división del reino salomónico
(1 reyes 11:31). Después de Elías y Eliseo profetizó en el reino de Israel el
profeta Amós en tiempos de Jeroboam II, quien hace un llamado a volverse a Dios
dejando las injusticias sociales y la inmoralidad. Era considerado un profeta
de oficio.
Las palabras que declaraban los profetas tenían su
cumplimiento si era palabra revelada por Dios. Los profetas no solo anunciaron
lo que estaba por venir mediante palabras; lo hicieron también mediante
acciones simbólicas. Estos signos o actos proféticos, tenían igual poder
creador que la palabra. Con los signos se anticipaba aquello que vendría más
tarde, se ponía en marcha la realización del acontecimiento anunciado. El
profeta Oseas es quien hizo un amplio uso de los signos proféticos. (Oseas 1:
2; 2: 4, 7, 15; 7:7-12)[5]
El ministerio profético en el Antiguo Testamento se
desarrolló con los parámetros de la Ley de Moisés, entre tanto que en el Nuevo
Testamento se desarrolló bajo la gracia, el nuevo pacto; esto marca una gran
diferencia.
En el Antiguo Testamento había solo unos pocos profetas en
toda la tierra al mismo tiempo. La mayoría profetizaban aislados, como la única
boca de Dios. Con frecuencia no se incorporaban a la vida religiosa cotidiana
ni a las tradiciones, sino que estaban separados, apartados para Dios, como fue
el caso de Elías y Juan el Bautista.
En el Antiguo Testamento los únicos ungidos eran los
profetas, sacerdotes y reyes. El profeta era el único que hablaba en nombre de
Dios. No todas las personas eran guiadas por el Espíritu Santo, no se podían
acercar por sí mismo a Dios sino a través del sacerdote e iban donde los
profetas para escuchar a Dios. En el Nuevo Testamento todos los creyentes son
guiados directamente por el Espíritu Santo (Romanos 8:4), todos tienen la
unción, todos pueden entrar a la presencia de Dios y escuchar su voz.
Tanto en el Antiguo Pacto como en el nuevo pacto se ve en
el mundo espiritual, se conoce cosas sobrenaturalmente. El Espíritu Santo en el
nuevo pacto da los dones de revelación, palabra de conocimiento, de ciencia, de
discernimiento de espíritus.
En el Antiguo Testamento no se encuentran instancias en las
cuales la profecía de alguien reconocido como verdadero profeta se evalúe o se
discierna, de manera que lo bueno se extracte de lo malo y lo desacertado de lo
acertado. Ellos eran verdaderos profetas que hablaban la Palabra misma de Dios
y debían obedecerla o eran falsos profetas y tenían que morir. Los profetas
eran representantes del Señor en presencia de los reyes – que tenían el poder
de castigarlos si profetizaban falsamente.
La esencia del ministerio profético del Antiguo Testamento
era un vaso escogido que proclamaba lo que había recibido como “revelación
directa” sin opción de discernirla ni interpretarla.[6]
La revelación del Antiguo Testamento se terminó con la
desaparición de los últimos profetas escritores (Hageo, Zacarías y Malaquías),
entrando a un periodo de silencio de 400 años, cuando Dios no habló a los
profetas, quedó interrumpida la comunicación entre Dios y su pueblo y que no
bajaba el Espíritu para inspirar a los profetas. (2 Crónicas 24:21)
1.2.
DIOS HABLO EN EL TIEMPO DE JESÚS Y LOS APÓSTOLES
Ante el tiempo de silencio, el
don de la profecía se presentaba, como un fenómeno que sólo reaparecería al
final de los tiempos y lo haría de una manera muy visible. La antigua profecía
de Joel servía para animar esta esperanza: “Después
de esto derramaré mi espíritu sobre todo ser humano, y profetizarán vuestros
hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes
verán visiones. También sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu
en aquellos días” (Joel 2:28, 29) Por esto, la aparición de Juan el
Bautista podía ser considerada como un acontecimiento que manifestaba el fin de
los tiempos: un profeta vivo había surgido nuevamente, como en los siglos
anteriores. Con Juan el Bautista Dios rompe el periodo de silencio, entrando en
escena a reafirmar la palabra profética de la venida del Mesías.
La presencia de Cristo llega
como el profeta perfecto. El eterno profeta, quien era antes de su aparición,
en la aparición y después sentado en el trono.
Cristo
fue designado como profeta
Se predijo como profeta.
(Deuteronomio 18:15). El habla de sí mismo como un profeta. (Lucas 13:33).
Declara traer un mensaje del Padre. (Juan 8:26-28). Fue ungido como profeta.
(Lucas 4:18)
Cristo
ejerció el ministerio profético
Declaró el mensaje del padre
con singular autoridad (Mateo7: 29). Sus obras fueron pruebas de la
autenticidad de su mensaje. Predijo cosas futuras. (Mateo 24: 3-35). Con su
mensaje señalo destino al pueblo, como en el sermón del monte (Mateo 5,6 y 7).
El pueblo lo reconoció como profeta. (Mateo 21:11, 46)[7]
Cristo
constituyo los cinco ministerios
Apóstoles, Profetas, Evangelistas,
Pastores y Maestros, “a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo”. (Efesios 4: 11, 12.
El apóstol Pablo confirmando a
la iglesia de Éfeso, les enseña: “…ya no
sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de
la familia de Dios, edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo”. (Efesios 2:19-20)
A los Corintios el apóstol
Pablo les explica: “Vosotros, pues, sois
el cuerpo de Cristo y miembros cada uno en particular, y a unos puso Dios en la
Iglesia, primeramente, apóstoles, luego
profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los
que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”.
(1 Corintios 12:27, 28).
Según el apóstol Pablo,
entonces, Dios perfecciona y edifica su Iglesia a través de los cinco
ministerios (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros); poniendo
el fundamento ministerial para la edificación de la iglesia en los apóstoles y
profetas, siendo Cristo la principal piedra.
A pesar de ser esto tan claro
en la enseñanza del apóstol Pablo, después de la reforma se constituyeron
escuelas de Biblia y Teología para formar a los evangelistas, pastores y
maestros, dejando de lado la formación plena a los apóstoles y profetas, esto
por causa de una interpretación no bien clara según los parámetros bíblicos.
En el libro de los Hechos de
los Apóstoles, que es la historia de la iglesia en sus comienzos se narran
algunos sucesos, que confirman el mover profético[8]
El apóstol Pedro en su primer discurso explicando lo sucedido el día de Pentecostés, cuando hablaron en lenguas y se veían como borrachos, él les dice: “Esto es lo dicho por el profeta Joel: En los postreros días – dice Dios – derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños” (Hechos 2:14 – 17). Siendo esta profecía cumplida, desde ese momento hasta hoy, vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños.
El siguiente relato habla de
tener visiones: “Cornelio un centurión de
la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa y
que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba siempre a Dios. Este vio claramente en una visión…que
un ángel de Dios entraba donde él estaba y le dijo que enviara mensajeros e
hiciera venir a Pedro. Mientras los
mensajeros iban por el camino, Pedro subió a la azotea para orar, sintió mucha
hambre y quiso comer; pero mientras le preparaban algo le sobrevino un éxtasis:” Vio un lienzo con muchos animales y
una voz que le dijo levántate mata y come. De esta manera Dios le reveló que el
evangelio era también para los gentiles. (Hechos 10: 1-3; 9-10)
A los profetas y maestros Dios
les hablo dando instrucción a quien enviar a la obra misionera: “Había en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y maestros…Ministrando estos
al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para
la obra a que los he llamado. Entonces habiendo ayunado y orado, les impusieron
las manos y los despidieron” (Hechos 13: 1-3). Esto se dio en un tiempo de
adoración, ayuno y oración.
Pablo y Silas, “Atravesando Frigia y la provincia de
Galacia, le fue prohibido por el
Espíritu Santo hablar la palabra en Asia;… Una noche Pablo tuvo una visión. Un varón macedonio
estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la
visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios
nos llamaba para que les anunciáramos el evangelio”. (Hechos 16:6-10). Qué
bueno poder decir con certeza el Espíritu Santo me prohibió o me envió y ser
guiado por el Espíritu Santo a través de sueños o visiones, que eso fuera lo
normal en la vida de un ministro.
Pablo camino a Jerusalén
relata: “Entramos a casa de Felipe, el
evangelista, que era uno de los siete y nos hospedamos con él. Este tenía
cuatro hijas doncellas que profetizaban.
Mientras nosotros permanecíamos allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, quien
viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, se ató los pies y las manos y dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán
los judíos en Jerusalén al hombre de quien este cinto y lo entregarán en manos
de los gentiles” (Hechos 21:8-11). En cumplimiento a la profecía de Joel,
Felipe tenía cuatro hijas que profetizaban. Fue a través de un acto profético
que el profeta Agabo dio a conocer la revelación de Dios con relación a Pablo.
La profecía en el Nuevo
Testamento tiene un carácter diferente al del Antiguo Testamento. Pues está
basado en la gracia de Dios y no en la ley de Moisés. No hay uno o dos profetas
en la nación, sino el don de profecía, el ministerio profético y la palabra del
Señor se dispersan y distribuyen por toda la Iglesia. Bajo el nuevo pacto, no
vemos profetas que vivan en el desierto. El ministerio profético es una parte
vital del gran Cuerpo de Cristo. Los ministros proféticos son confirmados por
su participación en y con la iglesia local y no por su separación. Los
ministros proféticos sirven en el marco de la iglesia, para colaborar en el
cumplimiento de sus funciones, para edificar la Iglesia.
En el nuevo testamento, el
ministerio profético está dirigido, no tanto a los líderes nacionales sino a la
iglesia. En el antiguo testamento, los
profetas, no siempre pero con frecuencia, hablaban de juicio, actualmente, la
profecía es, primordialmente, para edificación, exhortación y consolación (1
Corintios 14:3). Ahora todos los creyentes tienen el potencial de profetizar (1
Corintios 14:31). El Espíritu Santo le da a la iglesia la capacitad de dar y
recibir la palabra profética.
En el antiguo testamento la
palabra revelada era directa y exacta, no había lugar a equívocos, era verdad o
era falsa, y si era falsa el profeta que la daba debía morir. (Deuteronomio
18:18-22). En el nuevo testamento en vez de apedrear a los profetas cuando se
equivocan, se instruye a los líderes a que hablen dos o tres y los demás
juzguen (1 Corintios 14:29) Examinadlo
todo y retened lo bueno (1 Tesalonicenses 5:19-21).[9]
Realizado el estudio del
hablar de Dios en el antiguo y nuevo testamento, se evidencian varias etapas:
Primero: Dios
revelando sus diseños y planes directamente al hombre, como lo hizo a Adán y
Eva.
Segundo: Dios
hablando a los patriarcas y a través de ellos al pueblo, como a Abraham, Isaac
y Jacob.
Tercero: Dios
hablando a los jueces y a través de ellos al pueblo.
Cuarto: Dios
estableciendo el ministerio profético, llamando y nombrando profetas, como en
el tiempo del profeta Samuel.
Quinto:
Periodo de silencio (400 años) cuando no hubo revelación.
Sexto: El
ministerio profético de Juan el Bautista y de Jesús.
Séptimo: La impartición
de los dones ministeriales por el Espíritu Santo, en los que se le da
particular énfasis a lo apostólico y profético según el pensamiento del apóstol
Pablo.
Después de la muerte de Jesús
y los apóstoles entran dos etapas más:
Octavo:
Periodo de silencio. Cuando el cristianismo es reconocido por el emperador
Constantino como la religión oficial del imperio (valga clarificar no la única
religión que practicaban), se entra en un periodo de silencio espiritual
promovido por el imperio grecorromano, con el espíritu de Grecia[10], donde la revelación de
Dios fue reemplazada por el conocimiento, poniendo la razón como la base del
conocimiento y no en la revelación sobrenatural del Espíritu Santo. Periodo en
el que aparece la teología como una ciencia, se apaga el Espíritu y se aviva la
razón, se pasa de la justificación por fe a la justificación por obras, de la
base de la fe en las Sagradas Escrituras se pasa a seguir los dogmas, leyes y
las tradiciones de la iglesia, cayendo en un sincretismo religioso; Se pierde
la sobrenaturalidad y se le da lugar a la racionalidad. Es lo que se llama el
periodo de oscurantismo espiritual bajo el espíritu de estupor.
Hay que reconocer y tener en
cuenta que la reforma promovida por Martín Lutero, no fue completa, debido a
que él no se separó de la iglesia católica y al formarse la corriente
protestante se trajo consigo una cantidad de conceptos bíblico – teológicos y
prácticas religiosas que habían sido infiltradas en el cristianismo con
fundamento racional y costumbres grecorromanas de otras religiones (ya que eran
politeístas), que hasta hoy pesan en la fe cristiana.
Muchos predicadores
identifican una novena etapa que la
denominan de renovación ministerial, tiempos de revelación fresca, de
restauración, de transformación, un despertar espiritual, dando vigencia a los
dones y ministerios en la iglesia, como fue en el principio según el relato de
Hechos de los apóstoles guiados por el Espíritu Santo; volver a experimentar el
bautismo, la llenura, la plenitud y la unción del Espíritu Santo. Volver a
disfrutar de la presencia de Dios, la relación personal con el Espíritu Santo y
vivir en lo sobrenatural, dejando que venga tu Reino a la tierra, que el cielo
gobierne la tierra, que seamos gobernados según los planes y los diseños de
Dios, que lo que se haga en el cielo sea hecho aquí también en la tierra. Que
hablar con Dios sea normal, que recibir la revelación de Dios[11] sea una práctica diaria.
Por allí anda la nube y el fuego de Dios guiando a su pueblo – la iglesia hoy.
[1] Documento anónimo: La aparición de los profetas en Israel
[2] Escuelas de Profetas, donde los jóvenes, mayormente los levitas y los
hijos de los profetas, se entrenaban para enseñar la ley de Dios al pueblo. A
estos jóvenes se les estudiaba mental y espiritualmente para ver que estuvieran
en capacidad de ejercer una mayor influencia para el bien sobre el pueblo de su
tiempo. (1 Samuel 19:18-21, 1 Reyes 20:35, 2 Reyes 4:38-44; 2:7)
[3] Compañía de Profetas: Es un grupo de profetas que se unen para la
formación, la adoración, para interceder por el pueblo y el ejercicio del
ministerio, recorriendo varios lugares con el propósito de impulsar un
despertar e instruir al pueblo. (1 Samuel 10: 5, 10; 19: 20; 2 Reyes 2:7). Las
compañías de profetas se convierten en asambleas de consulta. Se establece un
consenso profético, para tener revelaciones confirmadas, pues toda profecía
debe ser pesada, juzgada y meditada.
[4] WIGHT, Fred H. Usos y Costumbres de las tierras bíblicas.
Publicaciones Portavoz. Michigan. 1987.
[5] Documento Anónimo: La aparición de los profetas en Israel.
[6] BICKLE, Mike y otro. Creciendo en el ministerio profético. Casa
creación. Lake Mary.1996
[7] L BERKHOF. Teología Sistemática. T.E.L.L La Antorcha. México. 1987
[8] Mover Profético: Es Dios en movimiento creando, hablando, guiando hacia el cumplimiento
de su plan. Es el proceso que nos lleva a alcanzar lo profetizado, lo dicho y
revelado por El al ser soltada una palabra de Dios.
[9] BICKLE, Mike y otro. Creciendo en el ministerio profético. Casa
creación. Lake Mary.1996
[10] Espíritu de Grecia: Es el sobre énfasis en el conocimiento
racional como la fuente de la sabiduría, dejando de lado la revelación del
Espíritu Santo y la vida sobrenatural. Se da este nombre por cuanto en Grecia
es donde nacen los grandes pensadores, filósofos, teólogos y científicos.
[11] La revelación es dar a
conocer algo que estaba en secreto, oculto o era desconocido. Hacer visible o
entendible algo que no lo era. Manifestación del conocimiento oculto del Eterno
(los diseños), dados a conocer por El mediante la acción del Espíritu Santo.
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